Con los ojos brillantes, camina alguien dentro de su
cofradía al ver tanta realidad ya cumplida, sueños que parecían tan lejos, tan
imposibles que hoy parece mentira verlos cumplidos, algo que alienta el alma
para seguir luchando en nuevas metas, en nuevos proyectos que sin lugar a duda con el tiempo se
cumplirán.
Cerca de la orilla del Odiel al cobijo del Conquero,
una maldita lanza atraviesa el costado del humilde hijo del carpintero entre
las calles del
barrio de las Colonias. Huelva llora por ello, buscando una vez más
el consuelo en la mirada de una madre divina, que lleva por nombre
Dolores en
la tarde del martes Santo.
En cantero cuadrado la cátedra hoy se hace rezo
cambiando la toga por una túnica Nazarena,
los meseros de galas hoy son penitentes de promesa, es el día donde un
solo Libro cobra importancia y el caminar se siente sangre por dentro para acabar
en los brazos de un valle soñado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario