domingo, 31 de marzo de 2013

DOMINGO DE RAMOS

La Luna se despertaba temprano y el murmullo le llamo la atención,
curiosa quiso saber lo que en Huelva ocurría y se asomo a ver lo que
aquí acontecía.


Y vio como en el polvorín la hermandad de la cena después del susto ocasionado por la tormenta, valientemente salía a la calle a cumplir con su obligación cofrade.



Vio como el Cristo del Amor llenaba Huelva de devoción cristiana.










Vio como su bendita madre del Rosario le seguía, llenando Huelva
de olor a flores frescas, llenando Huelva de oración a su bendito hijo.










La Luna quedo prendada y quiso seguir mirando y timida se asomó entre las ramas de los árboles de San Sebastian. 


Vio como Cristo en su Victoria apunto de ser crucificado llenaba Huelva de perdón y amor entre los hermanos.





















De pronto la Luna quedo deslumbrada, al ver la cara de María santísima asomar entre los varales de su palio blanco, vio como la madre de Dios llenaba los corazones de Paz eterna.  

















La Luna se sintió enamorada y al llegar la noche se hizo dueña de las estrellas.


Y vio que Huelva enmudecía, mientras la sangre del nazareno de la Redención era recogida por el cáliz de la vida.














La Luna se sintió niña de pronto, y entre la calle de la fuente y el porche de San Pedro corría con los chiquillos pidiendo cera entre redobles de la agrupación de la Santa Cruz y una chicota valiente de la cuadrilla de la Virgen de los Ángeles.









































Con mi mirada me subí a tu palio, de cerca hable contigo a solas y te pedí que en el cielo cuidaras de mis dos Maestros, de mis dos amigos que tanto me enseñaron bajo la mesa de tu Palio.   

   

EL CORRIENTE DE QINTA