Desde mi barrio de vía plana, desde ese rincón choquero nos impresionaron
con el gran paso de misterio del Señor de la Fe,
Nuestra Madre de la Caridad nos cautivó con su cara divina de Madre Buena envolviéndonos hasta su recogida
La pasión de mi alma que corre por mis venas hace daño en la
distancia, el arte hecho plegaria, el niño hecho hombre que llora
en silencio, la gubia del imaginero convertida en rezo, el rostro
del Hijo de Dios en su máxima expresión, el rencor y las deudas
en el corazón, la impotencia de mi alma que confunden mis
sentidos entre el pasado y el presente
Lloramos al verla caminar bella como ninguna con su cara de dolor y pena,
su hijo sin vida en su regazo, angustia en lo más hondo de los sentido.
Dios yacente ante nuestras retinas, agonía en la conciencia de cualquier cristiano
Nos consolaba ella con su presencia en su palio negro, Soledad de María
envuelta en lágrimas del desconsuelo
El último instante, ella camina sola con la mirada perdida en el cielo,
Rota de dolor y pena que solo puede consolar la certeza de que él volverá
con nosotros.
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