Cuando el frío de la madrugada arreciaba, se abrieron las puertas de la Purísima
Concepción,
sonaba la marcha real,
minutos después nos regalaba con su inmensa ternura la imagen del
señor de Huelva
Al compás del sonido inigualable de su banda ,
y el arrastrar de cadenas descalzas
Amargura nos consolaba las penas con su impresionante palio,
siempre acompañada de San Juan Evangelista
y unas humildes lagrimas de buen costalero viejo.
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