Noche fría que se hace calida,
quizás por el mormullo acopiado en torno a tu parroquia o quizás por la llegada
del momento en que nos volvamos a encontrar, se aceleren los latidos de mi corazón
solo al pensar que dentro de un instante te tendré frente a mi Nazareno, con tu
sagrado compás motivado por el llanto del metal al viento, seguido de la multitud
que camina buscando tu divino consuelo para acabar perdido en tu mirada medre mía,
tu rostro de madre soñada cautiva a uno despierto y tu bendita dulzura calma la
amargura que le corroe a uno por dentro.
Señora de una madrugada
siempre soñada.
El Corriente De Quinta
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